Estaba leyendo algunos artículos de crianza y no dejo
de sorprenderme con algunos “tips” o “test” para detectar si tenés un hijo
genio, superdotado o con capacidades superiores. Yo creo que los adultos tienen
unas ganas locas de sobresaltar a través de sus hijos, porque de paso es un
excelente masaje al ego y una buena dosis de satisfacción personal “hice un
hijo genio”
No soy experta en esto ni pretendo serlo, me
encantaría que todos los niños tuvieran la posibilidad de desarrollar al máximo
sus potencialidades (siempre que ellos lo deseen, por supuestos) y aquellas
habilidades para las cuales son más
afines, y nada más, sin que estas acciones traigan como consecuencia
valoraciones extra y especialmente “más amor” por parte de los padres o
maestros.
Me apena saber de niños que pasan largas horas
entrenando, en programas de TV, robándole horas a su infancia; única e
irrepetible.
Siempre dije que si de las nenas con tutú encontrara
la que realmente hace danza con gusto y motivación personal, quedarían 3 o 4, al
resto la veo como una proyección del deseo materno muchas veces muy
inconsciente. A veces la nena está “convencidísima” de que quiere, porque
justamente está en una edad fusionada aún con el deseo de su madre.
Y así con tantos otros ejemplos.
Ellos vienen a hacer su destino, por sobre los deseos
inconclusos de los adultos y sus aspiraciones, están primero que nada para ser
respetados, considerados y por algunos años, solo para disfrutar plenamente de
su niñez.
Somos nosotros, adultos, los responsables de profundizar sobre aquello
que quedó en el tintero y encontrar el cause personal para realizarlo en la
realidad que la vida nos ofrece hoy, pienso que siempre existe alguna manera,
aunque no sea la idéntica a la que soñábamos. Así haremos niños más libres,
auténticos y fieles a su camino.