No se
porque extraña razón nunca encajé bien en ningún lado. La base del juego me
invitaba con sus variadas formas y aún queriendo meter mi ficha no entraba del todo bien. Probé para
un lado, roté, me di vuelta, no había caso.
Esto pasó
hace mucho cuando no entendía porque no miraba las cosas igual a los demás.
Vale aclarar que no mirar igual no quiere decir ver mejor ni peor, simplemente
tener la extraña tendencia alternativa. Insisto, nadie me la enseñó, fue como
una diversa predisposición nata.
No es algo
que celebre en absoluto, a veces me costó tanto entrar en las dinámicas “normales”
y por lo general no duré mucho. Tal vez siendo parte del montón la vida se me
hacía menos cuesta arriba, pero aún probándolo no me nace.
Entonces
terminé por aceptar que siempre ando haciendo cosas raras.
A esta
altura de las circunstancias las cosas mejoraron años luz a lo que era en mi
adolescencia en la cual practicaba yoga, meditación, me arrimaba a la cocina
natural y los de alrededor me miraban realmente horrorizados por tener
actitudes diferentes, gustos extraviados, ideas locas. Muchos pensaron que
estaba bajo los efectos de alguna secta. Mi madre fue a hablar con el director
del instituto para ver donde me había metido.
Hoy por hoy
las cosas están más sobre la mesa, a nadie le parece fuera del otro mundo que
elijas otro tipo de alimentación y tengas otro tipo de vida.
Y después a
medida que la edad avanza, se suman más sensaciones desencajadas con el mundo
relacionadas con:
No puedo
tener un trabajo normal en oficina, rutinario y con jefes. Lo vivo como una
tortura. Mi cuerpo no tolera estar 8hs sentada frente a una computadora. Siempre
necesité gestionar opciones laborales afines a mis posibilidades, de lo
contrario no avanzo.
No me gusta
el sistema de salud como está planteado, la relación médico-paciente, no
confío, me dan aprensión los hospitales porque no creo que sanen a la gente. Y
nadie está interesado en fomentar la sanación, en entender el porque de la
enfermedad y su contexto.
No les creo
a los fármacos varios y sus bondades, ni a las vacunas.
No me
gustan la forma en la que hoy se llega al mundo de manera masiva. Las cesáreas innecesarias, la falta de respeto
alrededor del nacimiento y todo lo que sigue después, la separación de la cría,
el desapego.
No me
cierran las escuelas y la educación en absoluto, me parecen lugares cero
estimulantes, aburridísimos donde se obliga al cuerpo a estar quieto por horas
y la forma de aprender es antigua.
No estoy en
absoluto de acuerdo con los parámetros artificiales de belleza que cosifican a
las personas, y enajenan la capacidad de ver realmente al prójimo, descubrirlo convirtiéndonos
en salvajes desprovistos de sentido común… hay niños que sufren esto desde muy
chiquitos y quedan marcados, me produce mucha tristeza esta limitación.
No me
resulta estimulante el consumismo
Me preocupa
la madre tierra y la inconsciencia que todavía existe en relación al cuidado de
nuestra casa.
Las ciudades
me resultan abrumadoras, demasiados ruidos, autos, semáforos, estímulos
avasalladores.
Y seguro
algunas cosas más si me pongo a pensar… pero mejor me detengo acá, porque así
da la sensación de que es muy difícil encajar en el mundo donde uno vive y
estoy segura que ya no me puedo ir a vivir a Marte. Cambie de país en mi caso,
pero la esencia se repite y a veces peor. Acá en Italia, por ejemplo, la gente
se suicida cuando pierde el trabajo… como si la vida estuviera desvalorizada y
alejada de su sagrada esencia.
Me pregunto
que pasaría si fuéramos cada día más los desencajados y tuviéramos la fuerza y
los recursos necesarios para empujar hacia un lugar verdaderamente diferente al
modelo actual… y no necesitáramos más andar por ahí gastando energía en
defender y cuidar también nuestras elecciones y puntos de vista en un mundo
donde es tan difícil modificar de base algunas asuntos que tanto lo necesitan.
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