26.2.14

PUERPERAHASTALASTETAS: No le tengo miedo a tus tijeras, ni a tus comentarios filosos



Por fin logro concretar un deseo de hace un tiempo: ir a cortarme los rulos.

No paso por la peluquería un mes antes que nazca TI y es momento de emparejar la peluca principalmente porque me cae sobre la frente una cortina de rulos que no me deja ver.

Coordino para que mi querido nos lleve y se quede con TI mientras efectúo dicho trámite. Para esto llamo a la peluquería un día antes pidiendo un turno y anunciando que no puedo esperar mucho porque tengo una niña pequeña. La chica que me atiende entiende y me da un horario.

Acá las peluquerías tienen una particularidad, cuando te cortan el pelo te “obligan” a salir peinada con un peinado super producido al estilo Tina Turner. Esto último no me interesa en absoluto por algunas razones. El pelo con rulos no necesita tanto peinado. Que me lo deje lacio tampoco me importa porque el corte es para rulos. No voy a ningún evento y volver a casa y que me vea la noneta toda producida no le encuentro la gracia. Temo que TI no me reconozca. Y no tengo la menor intención de gastar lo que sale un corte con peinado acá con al valor del euro hoy (casi llegaría a $1000) cosa que me parece delirante.

Cada vez que voy a la peluquería tengo que pelear diciendo que yo solo quiero un corte y que me dejen tranquila. Por otro lado no soporto estar horas en esos lugares y que me pongan secadores. Pero en esta ocasión tengo un motivo mayor aún, TI que me espera con el papá y si tiene hambre tengo que estar ahí.

Llego en horario con actitud de apurada. Le explico a la peluquera mis motivos y me dice: ¿y porque no le diste antes de mamar? No le contesto porque mi italiano aún es lento y el puerperio lo atrasa más aún. Me invita a sentarme y le explico a las señoras también los motivos de mi apuro (ellas no tienen turno y yo si). Alarmadísimas creen que dejé a TI sola en el auto esperando. Antes que cacareen despavoridas les aclaro que no está sola.

La peluquera termina de peinar glamorosamente a una clienta que sale con un casquillo prolijo y brillante a relucirse por las calles. Cuando me acerco le contesto al comentario anterior:  “no le di de mamar antes porque estaba durmiendo, asi que cuando se despierte seguramente va a querer tomar” y de paso con esto
doy a entender de nuevo que llevo cierto apuro ya que llevo más de media hora de atraso.

La señorita lavacabezas me sienta en el sillón y pega un lavado rápido pero profundo. No me relajo del todo como las otras veces, como si tuviera hormigas.
Me siento y empieza el corte. Intercambiamos algunas palabras sobre el nacimiento de TI, sobre que estoy perdiendo cabellos por todos lados y temo quedarme pelada en cualquier momento. Ella es la dueña y tiene cierta autoridad por sobre las clientas y sus cabezas, o por lo menos así lo aparenta.

Termina el corte y sin darle pausa al movimiento de sus manos agarra el secador y empieza a secarme el pelo. No me da opciones. Miro la hora y el retraso me hace pensar que TI ya se está por despertar. Y me molesta que me obliguen a hacer algo que no quiero y me impongan lo que no necesito. Por este motivo le digo: “¿sabés que? Me tengo que ir porque mi beba se va a despertar y va a llorar”. A lo que me contesta: “no importa que llore, mejor así desarrolla los pulmones”

Y como estoy PUERPERAHASTALASTETAS me pongo verde como el increíble HUlk, me voy hinchando en la silla hasta romperla, crezco hasta tocar el techo, rujo como una leona, saco fuego por mis ojos y le digo con un tono antipatiquísimo: “¿y de donde sacaste esa idea?”
“Lo dicen los médicos” me dice mientras se va achicando como una hormiga.
Entonces la miro fijamente y remato: “no voy a hacer llorar a  mi hija por lo que dicen los médicos. Eso lo decido yo”
Y de pronto se suaviza, apaga el secador, me deja el pelo como una leona que metió los dedos en el enchufe pero libre en mi propia selva.

Me levanto, me saco la capa que me puso y se resbalan los rulos cortados. Voy hacia la caja dejando humo en el camino.

Lo que me faltaba, que la peluquera también me diga lo que tengo que hacer con mi hija, que empareje mis elecciones con tijeras filosas y quiera usar el secador para las lagrimas de mi hija sin mi presencia porque a ella se le ocurre.

Por suerte volví al auto y TI seguía durmiendo plácidamente, y fui yo quien la esperé a ella y no ella a mi.

22.2.14

PUERPERAHASTALASTETAS : ExtraTIrrestre



No se si es la edad de TI, sus dos meses cumplidos, o mis ojos siempre viendo (o distorsionando) la realidad pero siento que convivo con una pequeña extraterrestre.

Está regordeta de leche (viva la teta!), mi gran amiga Luli la apodó “buñuelo de leche”, y hace cosas que nosotros los adultos no. Por ejemplo se ríe sin motivos aparentes y en varias ocasiones del día, llora con una determinación impactante cuando quiere algo y no para hasta que lo consigue (hago intentos sobrehumanos porque ese llanto sea lo más breve posible), duerme cuando quiere y en general prefiere estar pegada a su papá o a mi. No le gusta ponerse la ropa y si practicar el nudismo permanente. Con quien no quiere estar simplemente no se queda y no tiene paciencia para andar en auto.

Cuando la veo de cerca observo sus miradas, gestos, la espontaneidad de sus movimientos, la capacidad de estar en su mundo habitando el presente. 

También hace ruiditos de todo tipo de manera permanente, es como tener una radio con una extraña interferencia prendida casi todo el tiempo. Ella va interfiriendo en nuestras vidas como si hubiera caído de una nave espacial, y sin embargo su presencia nos vuelve marcianos a nosotros frente a tanta maravilla que no logramos todavía descifrar del todo pero acompañamos como podemos ofreciendo el corazón a cada instante.

A la mañana, muy temprano para mi gusto, se despierta haciendo sonidos que empiezan a subir en escala hasta que grita como si de esa pequeñez emergiera kin Kong y hasta que no la saco de la cama no para. Insisto, ella sabe lo que quiere y lo demuestra: nuestro desafío es poder entenderla y acompañarla.

En casa tenemos una extraTIrestre que revoluciona nuestra existencia día a día removiendo todos los hábitos, provocando otro tipo de reacciones en cada uno de nosotros. Con ella volví a cantar canciones olvidadas, a bailar desde muy temprano, a jugar.

En este planeta el universo hoy se ve desde otra perspectiva y cuando estoy PUERPERAHASTALASTETAS la sensación de haberme caído de la vida que llevaba antes es real y no tengo la menor intención de hacer ningún esfuerzo por recuperarla… a lo sumo iré transitando la tierra de nuevo con un ojo, dos antenitas y la piel verdísima de tanta isla.
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