Nidos en Red: Emprender

Ordenar, limpiar, abrir espacio implica eventualmente encontrarse con objetos que reflejan partes de nuestras vidas “guardadas en un cajón”. Es asi que tuve la sorpresa de encontrarme con unas fotos viejas guardadas en un cd del 2003, cuando esto de pasar fotos a la computadora no era tan agua corriente como ahora.

Decidí deshacerme del elemento y dejarlas en la compu, cuantas menos cosas mejor. Durante el proceso no pude evitar dejarme llevar por las sensaciones que estas fotos despertaban y traían al presente.

Año 2001, después de lo públicamente conocido y un largo viaje, volví a Argentina y vi como todo dejaba de ser malo para ponerse peor (vaya recuerdo poco positivo eh!). A pesar de la situación me propuse emprender un proyecto personal, basta de horarios, rutinas, al fin y al cabo mi sello solar acuariano me empujaba hacia un lugar: la libertaddd!

Con este impulso comencé a emprender un poco en el aire (siguiendo la impronta del signo), un proyecto llamado “Indigo”, siempre enfocada en la niñez.
Indigo era una propuesta de juegos didácticos para ofrecer una alternativa frente a lo clásico de las jugueterías. Los juegos fueron variando a lo largo del proceso hasta llegar a ofrecer Kits para que los chicos armen y creen sus propios juguetes, mejor aún si ese proceso era compartido con algún mayor, para que la experiencia se enriquezca durante la interacción. Y de jugar solo, también podamos hacer “algo juntos”

Años después me anoté en el concurso anual de emprendedores de la universidad del Cema. Me asesoraron un poco, cosa que sirvió de cable a tierra. Asi fue que Indigo quedó entre los últimos cuatro proyectos, y en la final me planté frente al auditorio y defendí el “plan de negocios” (término acuñado durante el proceso) con uñas y dientes (y un coraje insólito que no se de donde saqué en el momento) y el proyecto ganó el primer premio.

Tiempo después fui creciendo (con Indigo), fundamos con otros emprendedores una asociación (Ajugar), participamos de distintos eventos, por esas épocas salían notas del proyecto en los diarios, hablaba en radio y hasta un día en televisión… chan! Me resulta muy gracioso cuando lo recuerdo, más que nada por la soltura con la que arremetía cuando me preguntaban sobre el proyecto, uno defiende sus sueños con tanta garra… pero la realidad también se encarga de ubicarte en el llamado “mercado”. Por esa época volvían las importaciones y el tema era sencillo: algo de china grande, llamativo y barato, ganaba en mil puntos sobre otra cosa más cara y que implicaba pensamiento, creatividad, intervención del adulto tal vez. Ni hablar del merchandising de las películas de Disney, arrasan con el público infantil.

Asi fue que por más esfuerzo noche y día, era muy difícil llegar y el tiempo logró debilitar el furor inicial, aunque pasaron varios años para que esto pase. No lo hicieron desaparecer porque emprender es una cuestión que se lleva en el alma, una vez que despierta, no lo podés parar. Algo queda palpitando y queriendo ser, algo que lleve tu sello.

Hoy transito otra realidad, nunca sencilla porque el país donde vivimos es un lavarropas que no se detiene, te destiñe, arruga, exprime y cuando por fin se detiene algo pasa y el caos arranca de nuevo. A pesar de todo siento que capitalicé aquellos años de tanto esfuerzo y que “la calle”, el día a día, te enseña muchísimo.

Hoy por hoy veo muchas mujeres emprendedoras que día a día, y para quedarse junto a sus hijos, inventan proyectos, trabajan a contratiempo, intentan florecer como pueden en un medio laboral adverso. Todos mis respetos para ellas y sus intenciones, porque recorrí el camino y se que no es fácil, porque valoro muchísimo, por sobre todas las cosas, que elijan la crianza (siempre que se pueda, claro), el estar cerca y se jueguen por ello.

Pronto desde Nidos, iremos creando una red que potencie estas iniciativas, les de luz y devele la historia que hay por detrás, la energía que despliega la creatividad, ese deseo feroz que despierta el sueño y las ganas de crecer.