Vivimos en TrasLOst, un paraíso en la tierra que valorizamos
con semejantes atributos por ser oriundos, en su mayoría, de una ciudad gris
erguida en cemento, poblada de ruidos, artificial y por lo general bastante
apabullante. En su variante algunos llegan de pueblos pequeños y monótonos.
La comunidad está constituida por héroes (esos que dejaron
todas las aparentes comodidades que ofrece la vida moderna, la zonas de
confort, y se animaron a un cambio profundo no solo de paisaje sino de forma de
vida), los que huyen, los que buscan, los que no saben dónde ir y el viento los
trae para acá, los que vienen animados por otros (amigos, parejas, familiares),
quienes llegan, prueban y se van. También están los que hartos del sistema,
sometidos a trabajos para los cuales canjean sus vidas (y sueños), un buen día
deciden dejar (en general cuando alcanzaron un límite) para buscar un estilo de
vida diferente.
Debo aclarar que esa soñada forma de alcanzar algo distinto
a lo que se la supuesta “seguridad” ofrece no está resuelto. Que del otro lado
del reloj de arena, cuando se da vuelta, caen distintos tipos de obstáculos a los cuales tienen diferentes
niveles de complejidad porque acá también hay que vivir y no todos están preparados
(ni pretenden) volver al trueque.
No obstante y hace poco escuché sobre un sujeto que vive sin
tocar la plata y no sé cuantas artimañas usa para moverse sin ponerse en
contacto con el endemoniado dinero (que en lo personal no creo que sea así. El
dinero está poseído en todo caso por la intención de quien lo maneje: puede ser
un demonio o un medio de intercambio.
En TrasLOst hay reglas diferentes a las que veníamos
acostumbrados, códigos, y estilos. Efectivamente en la variedad está la
riqueza, por eso resulta enormemente divertido poder interactuar con todas las
dimensiones paralelas que conviven y forman en su totalidad parte de la
Comunidad.
Hay profesionales, sanadores, buscadores, hippies extremos, medios
hippies, alternativos, caídos de la palmera, viajantes, ultra ecologistas y
seres corrientes en proceso de transformación ecologista. Están quienes comen
carne, chivo y todo lo que camine. Otros que no prueban animal alguno y viven a
semillas y cereales. Quienes se limpian el intestino y quienes toman cerveza
artesanal. Y muchos más.
Para dejar una pincelada del asunto, puedo compartir que acá
están los que se escaparon de la oficina para canjear sus días en plena
naturaleza, cultivan su huerta, usan energía solar y aprenden a construir casas
de barro. Otros buscan lo mismo pero trabajan por internet vinculados con su
antiguo trabajo y profesión. Encontramos quienes continúan ejerciendo aquello
con lo que venían pero logran adaptarlo a la forma y los tiempos de la zona. Para
algunos es el encuentro con nuevos horizontes y posibilidades, a muchos varones
se les da por la construcción en sus nuevas variantes (adobe por ej.), o trabajan
la madera. Surge la cocina alternativa (con esto quiere decir fuera procesados,
latas, cajitas y sobrecitos con polvos) para darle la bienvenida a las tantas
corrientes de alimentación que se presentan hoy. Y hay un sinfín de ofertar terapéuticas
para el alma y el espíritu.
Esto es apenas un veloz pantallazo de una comunidad variada,
un mundo de subgrupos que aún no conozco en su totalidad pero que día a día voy
percibiendo con asombro y curiosidad.
Bienvenidos a TrasLOst!
La dimensión paralela.
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